“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. ¿Alguno duda de que nosotros -que somos el pueblo- estamos bastante entre tinieblas… en tantas cosas del futuro… y del presente?
Por Enrique Banús. 04 enero, 2022. Publicado en El Peruano, el 25 de diciembre de 2021.En Roma, la ciudad de Roma, aun hoy, en el tacho o en la tapa del desagüe se leen las siglas SPQR, que significan: “senatus populusque romanus” – “El Senado y el pueblo de Roma”: ellos toman las decisiones, ellos han querido que acá esté ese tacho y allá ese desagüe. No sé si realmente le consultaron al pueblo esos detalles, pero al menos parece que hay la idea de que es mejor que las cosas las decidan juntitos. El pueblo romano….
De Roma a otra gran capital: Berlín. Allí, en la entrada del Parlamento, la vieja asamblea que ya lo era en tiempos del Reich, aparece en grandes letras de bronce – 60 centímetros de altura extendidas en 16 metros: “Dem deutschen Volke”, “Al pueblo alemán”. Se inauguró el solemne edificio en 1894. Sin esas palabras. Nada se decía en el friso encima de la gran puerta de entrada. En el material gráfico enviado a los congresistas, antes de aquel solemne momento, aparecían esas palabras y uno de ellos manifestó en una intervención parlamentaria: “Al llegar aquí he encontrado que no figura la inscripción y desde entonces me estoy rompiendo la cabeza qué significa esto”. Tras algunos debates, sólo 22 años después, en 1916, aparecieron aquellas palabras. “Al pueblo alemán”. El propio Kaiser, el emperador, donó el bronce para hacerlas: eran dos cañones arrebatados al ejército francés en la guerra de 1813 a 1815, o sea, en la guerra contra Napoleón. Por así decir: del pueblo francés al pueblo alemán, pasando por el emperador.
Esto del pueblo es un poco complicado, según parece….
Sobre todo, en Alemania: en Berlín, bastantes décadas, muy pocos metros detrás de ese Parlamento transcurría la división que partía la ciudad en dos: pues bien, en los meses antes de que al fin se superara esa división, los meses antes de la caída del Muro, como hemos llamado a ese acontecimiento, todos los lunes había marchas en Berlín Oriental, aquella parte de Berlín cuyos ciudadanos no podían viajar, salir, decir lo que pensaban. Los que protestaban gritaban rítmicamente: “Wir sind das Volk!” “Nosotros somos el pueblo.” Subrayando el “nosotros”: nosotros lo somos, no ustedes los políticos del partido, que dicen serlo.
Pero hace algún tiempo, alguien en Lima me enseñó un viejo papel, escrito en alemán, con esa escritura gótica que se utilizó también en aquel tiempo en que los nazis ocupaban el gobierno. Era de un lejano pariente que de Alemania se había venido al Perú en esa época. Para poder viajar, para que le dejaran salir del país, había tenido que ir -en la pequeña ciudad o pueblo en que vivía- a la comisaría de policía, para que le llenaran un formato que decía que no había denuncias en su contra, o algo parecido, un certificado de antecedentes, por así decir. Estaba cumplimentado, a máquina, firmado y sellado. Y le habían puesto un agresivo sello rojo, que decía: “Du bist nichts. Das Volk ist alles.” “Tú no eres nada. El pueblo lo es todo.” Era la época en que existía el Volksgerichtshof o “Tribunal del Pueblo”, presidido durante tres años por un personaje especialmente siniestro, Roiland Freisler, que estallaba en espasmos de cólera, gritaba e insultaba a los acusados de manera grosera e insultante. Fue el encargado de juzgar “en nombre del pueblo” -y condenar, a muerte en muchos casos- a quienes se oponían a la barbarie nazi.
Hay palabras, pues, que suenan distinto según quien las use. “Volk” aquí – “Volk” allá. En unos casos suena auténtico; en otros, manipulado. Por el Estado o sus gobernantes, que se habían apropiado del término y decidían quiénes sí y quiénes no eran dignos de pertenecer a él.
Maltratado, tantas veces, el concepto mantiene toda su calidez y su fuerza, cuando no es instrumentalizado, cuando responde a los afanes verdaderos de las personas de buena voluntad.
Expresión que ya casi hemos olvidado y que quizá nos recuerda en qué época estamos… Además, el infaltable gordito ya escala por las paredes, luego se acerca la Navidad. Y de la Biblia se escuchan palabras que también hablan del pueblo. Y de sus anhelos: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. ¿Alguno duda de que nosotros -que somos el pueblo- estamos bastante entre tinieblas… en tantas cosas del futuro… y del presente? “Luz”: qué gran regalo para el pueblo. ¡Feliz Navidad!
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.